Con 13 años recién cumplidos, Jairo Miguel es presentado en los carteles taurinos como «el novillero más joven del mundo». En México, donde asombra y triunfa, los críticos no se casan de aplaudir sus hechuras de figura, sus elegantes movimientos en la arena, lo clásico de su estilo, el valor, el duende...
Jairo Miguel y sus padres viven en una casa de campo, dentro de una finca taurina, a unos siete kilómetros de Cáceres, en la localidad de Malpartida.
El padre, Antonio Sánchez Cáceres, el palo del que ha nacido tal astilla, fue torero.
Con tan sólo 13 años se marchó a hacer las Américas, ya que aquí en España le prohíben coger un capote. Es demasiado niño para saltar al ruedo. Por mucho que en el visado con el que ha entrado en México por la puerta grande ponga «profesional taurino», en España para ser matador, según la ley, hay que tener 16 años. En ese momento a Jairo le faltan 3 años.
A sus casi 16 años, los pensamientos del joven torero son muy maduros, llenos de lógica, pensamientos de un púber que sabe muy bien que lo que hace no es precisamente un juego, y por ello no quita el dedo del renglón y califica como una injusticia que en España no permitan a los menores de 16 años torear. «La verdad es que lo veo injusto porque hay deportes y profesiones que tienen el mismo o más riesgo que los toros y sin embargo... Por ejemplo, tengo un amigo de mi misma edad que compite en moto y no acepto que me diga que hay menos peligro, pues hace poco tiempo en Cataluña se ha matado un chaval de diez años en moto. Lo veo injusto. ¿Por qué para unas cosas sí y otras no? Y qué pasa entonces con los chavales que cantan. Eso es también trabajo, aunque el dinero se lo lleve el padre de cada cual a su casa».
Cuando se ha enfundado la taleguilla aquí, lo ha hecho prácticamente en la clandestinidad. Las primeras corridas benéficas que realizo en el año 2001, le supusieron dos multas de 6.000 euros.
Jairo Miguel ha paseado su traje de luces por países que no ponen límite de edad, cómo Francia o Portugal. En Julio dio el salto a Colombia, participó en tres novilladas, de las cuales corto seis orejas. Y en noviembre se trasladó con su padre a México a donde ha regresado tras recuperar la movilidad en la muñeca, producida esta por el revolcón que le dio un novillo en la plaza de Comitán (Chiapas). Sus tres primeros meses se saldaron con siete novilladas con picadores y salio de las plazas con 12 orejas y 3 rabos. Algunas de sus faenas fueron portadas de los periódicos mexicanos con las palabras «niño prodigio»o «nace un torero»estampada en sus titulares. Prueba de las maneras que apunta es que Renovación Taurina, la empresa del sector más importante de México, se haya fijado en él y lo haya atado con un contrato por cinco años. Jairo cobra una media de 4.800 euros por novillada. Este año tiene previsto torear unas 40, lo que supondría unos 190.000 euros de ingresos.
Jairo se encuentra cursando 1º de ESO en el colegio Internacional de San Jorge en Malpartida mientras se encuentra en casa. Mientras está fuera del país sigue un programa especial de educación a distancia. Es un excelente estudiante.
Los viernes se divierte yendo al cine o a un burguer con los amigos. Los fines de semana toca merienda y partidillo de fútbol en casa. En el baño, en lugar de cantar, suele hablarle a la alcachofa de la ducha y simulan que lo entrevistan tras una faena redonda.
Jairo dice que ha recibido muy buenos consejos de grandes toreros como Palomo Linares, Enrique Ponce, El Juli...
En la lista de grandes que alaban su arte están también José María Manzanares, César Rincón o Paco Camino. Fue precisamente Paco Camino quién le dio la oportunidad A Jairo de lidiar su primer toro. Le abrió las puertas de su plaza privada en Talayuela (Cáceres) en abril de 2005 y le puso delante un ejemplar de cuatro años y 480 kilos de peso. Jairo acababa de cumplir 12 años. El animal superaba en nueve veces los 52 kilos que pesa actualmente el chico, quién con 1,72 de estatura, es de los más altos de su clase. En diciembre repitió con un toro de 450 kilos, en público, en la plaza Mexicana de Mérida.
Jairo Miguel dice que lo que verdaderamente echa de menos cuando esta fuera de casa es a su madre. Durante su estancia en América, Jairo estuvo sin ver a su madre durante 3 años. Actualmente cuando sale fuera se comunica con ella a través de Internet.